Los profesores grandes lectores

Publicado en Vanguardia Educativa (Monterrey, México), nº 23, 2016

María Rosa Espot y Jaime Nubiola
Son muchas las personas que jamás leen un libro. Suelen explicar que no tienen tiempo para leer, que ya les gustaría a ellos poder sentarse una tarde junto a una chimenea para leer un buen libro. Sin embargo, la atención a la familia, las relaciones sociales, las llamadas telefónicas, las prisas de la vida moderna, la televisión, todas esas circunstancias les quitan la paz necesaria para poder leer con tranquilidad. No les falta razón en lo que dicen, aunque hay algunas otras personas que precisamente leemos para poder sobrevivir en ese entorno tan agitado.

Los profesores hemos de ser grandes lectores. Con frecuencia nos quejamos del escaso interés por la lectura de libros, que muestran los alumnos, que ocupan su atención con blogs, webs, revistas o diarios. En este sentido, para muchos estudiantes la lectura de libros ha dejado de ser un pasatiempo, para convertirse en una obligación a veces odiosa. De hecho, muchos jóvenes prefieren entretenerse con el móvil, la tablet o cualquier otro artilugio tecnológico a hacerlo con una novela. La tecnología realmente les cautiva, pero son muy pocos los que la utilizan para leer literatura.

Son pocos los estudiantes que leen por interés personal. La gran mayoría lo hace por obligación o porque su formación se lo requiere; por así decir, en esos casos la lectura se ve reducida al estudio académico y prácticamente no tiene espacio en su tiempo de ocio. Sin embargo, hay que ayudarles a descubrir que leer ensancha nuestro vivir, amplía nuestras vidas con la inteligencia y la sensibilidad de los demás. La literatura no es solo la mejor manera de educar la imaginación, sino que es también un medio indispensable para aprender a convivir con las demás personas, con otras sensibilidades, con otras culturas. Los profesores tenemos la obligación de mostrar ese tesoro a nuestros alumnos. El amor a la lectura es algo que se contagia. Por eso, si nosotros leemos habitualmente, hablaremos a nuestros alumnos de lo que hemos leído y les ayudaremos a descubrir algunos grandes libros que pueden ensanchar su vida.


Comenzar a leer

Comenzar a leer requiere una cierta apertura interior. El problema real no es —como dicen algunos— la falta de tiempo, sino que tienen tanto ruido dentro y tantas imágenes en sus ojos que no tienen la paz interior suficiente para comenzar a escuchar a los demás a través de los libros.

Leer es escuchar a un autor. Aunque se esté leyendo solo para uno, lo que ahí ocurre es un tipo muy especial de comunicación entre el lector y el escritor: esa comunicación nos descubre que lo más íntimo e inefable de nosotros mismos es parte de la experiencia humana universal. Hace falta una peculiar sintonía entre autor y lector, pues un libro es siempre "un puente —ha escrito Amorós— entre el alma de un escritor y la sensibilidad de un lector". Por eso no tiene ningún sentido torturarse leyendo libros que no atraigan nuestra atención, ni obligarse a terminar un libro por el simple motivo de que lo hayamos comenzado. Resulta del todo contraproducente. Hay millares de libros buenísimos que no tendremos tiempo de llegar a leer en toda nuestra vida por muy prolongada que esta sea.

A veces se dice que leer es como "ver una película en tu mente", una película en la que uno mismo elabora creativamente los detalles. Además resulta muy enriquecedor compartir lo que se está leyendo con alguien que esté leyendo el mismo libro. Hay que saber buscar ratos de silencio y paz interior para leer, y también es preciso aprender a compartir con los demás (amigos, hijos, alumnos) un pasaje o unas páginas que nos hayan entusiasmado en nuestra lectura. 


Qué libros leer

¿Qué libros leer? Novelas, poesía, ensayos, historia o cualesquiera otras materias. Lo importante es que sean aquellos que nos apetezcan por la razón que sea, desconfiando por supuesto de las listas de best-sellers: en esas listas están los libros nuevos más vendidos, pero se excluyen los clásicos, los libros "de toda la vida", que son realmente los más leídos y, en muchos casos, los realmente más vendidos. Muchos libros, leídos con gusto, pueden cambiar una vida.

Un buen motivo para leer un libro concreto es que le haya gustado a alguien a quien apreciemos y nos lo haya recomendado. Otra buena razón es la de haber leído antes con gusto algún otro libro del mismo autor y haber percibido esa sintonía autor-lector. Conforme se leen más libros de un autor, de una época o de una materia determinada, se gana una mayor familiaridad con ese entorno que permite incluso disfrutar más, hasta que llega un momento que sustituimos ese foco de interés por otro totalmente nuevo.

Está bien tener un plan de lecturas, pero sin obsesionarse, porque se trata de disfrutar leyendo, de leer por placer y con gusto. Algunas personas dan prioridad a los libros más cortos, eso favorece además la impresión subjetiva de que uno va progresando en sus lecturas. Otros gustan de alternar un libro largo con uno corto. Algunos libros habrá que leerlos muy rápido y otros muy lentamente o, quizá mejor, habrá que releerlos muchas veces y es entonces cuando más se disfruta.  


Cómo y cuándo leer

Es muy recomendable leer con un lápiz en la mano, o en el bolsillo, para no perder la ocasión de pensar a partir de lo leído. No hace falta ningún orden. Basta con tener los libros apilados en un montón o en una lista para irlos leyendo uno detrás de otro, de forma que no leamos más de dos o tres libros a la vez. Depende efectivamente del tiempo que cada uno disponga, pero hay que ir a todas partes con el libro que estemos leyendo para así poder aprovechar las esperas y los tiempos muertos.

En definitiva hay que leer siempre que podamos. Las vacaciones son un buen momento en el que los profesores podemos plantearnos esta cuestión. Se trata de echar mano de una vez por todas al montón de libros que hemos ido acumulando en la estantería para cuando tuviéramos tiempo y meterlos con decisión en la maleta.

Es maravilloso descubrir el placer de la lectura, de leer sin más lo que a uno le guste y porque le guste. Al final eso deja un poso, aunque parezca que uno se acuerda de poco. Leer potencia la imaginación; es también muchas veces un buen modo de aprender a escribir de la mano de nuestros autores favoritos, sean clásicos o modernos.

Sin embargo, la mejor respuesta a la pregunta de por qué leer es porque la lectura nos hace pensar, nos da qué pensar, y eso nos hace mejores personas y, por tanto, mejores profesores.

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María Rosa Espot (Barcelona) es licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Barcelona y doctora en Humanidades por la Universitat Internacional de Catalunya. Desde 1978 es profesora en el Colegio La Vall en Bellaterra, Barcelona, España. Es autora de los libros La autoridad del profesor. Qué es la autoridad y cómo se adquiere (2006); en colaboración con J. Nubiola, Aprender a divertirse (2011) y Cómo tomar decisiones importantes (2016). Contacto: mrespot@la-vall.org

Jaime Nubiola (Barcelona, 1953) es profesor de Filosofía en la Universidad de Navarra, España. Entre sus libros se cuentan El taller de la filosofía, Pensar en libertad, Invitación a pensar y en colaboración con F. Zalamea, Peirce y el mundo hispánico. Es director del Grupo de Estudios Peirceanos. Contacto: jnubiola@unav.es