El debate de los deberes
Publicado en La Vall, nº 19, junio 2016, pp.22-24
María Rosa Espot y Jaime Nubiola
Una de las cuestiones en torno a la educación que actualmente más preocupan a los padres es la de las tareas escolares. Son muchos los padres que, abrumados, se quejan por la gran cantidad de deberes —estudio y ejercicios— que sus hijos deben realizar en casa después de la jornada escolar. Estos padres alegan —entre otras cosas— el gran e innecesario estrés que esos trabajos producen en sus hijos, además de distorsionar la vida familiar, y privar del juego a los más pequeños y de actividades de ocio y esparcimiento a los mayores (deporte, idiomas, música, etc.). Es más, para algunos los deberes son elementos de desigualdad e inequidad para las familias con menos recursos educativos o económicos: no todos los alumnos —argumentan— pueden contar con la ayuda de sus padres o la de un profesor particular que genera un gasto añadido en el hogar.
Por el contrario, la gran mayoría de los profesores son partidarios de las tareas para casa, es decir, defienden que los "buenos deberes" —relacionados con lo que se está trabajando en clase, en cantidad adecuada y adaptados a la edad de los alumnos— son útiles y necesarios para los alumnos, en particular la lectura y el cálculo.
Los deberes están muy arraigados en la cultura escolar y paradójicamente hay padres que exigen al profesor tareas para casa, con el fin de que su hijo adquiera los hábitos de estudio necesarios. Es más, algunos padres vinculan los deberes con recibir una educación de calidad. De hecho, "los deberes deben mantenerse" y "los deberes deben abolirse", son dos mensajes contradictorios que han sido defendidos por diversas federaciones de asociaciones de padres de alumnos de España y otros países de Europa.
"Es difícil decir quién tiene más problemas con las tareas escolares, si los estudiantes o sus padres", advierte Marilyn Achiron —miembro del secretariado de Educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)— después de participar en un estudio sobre los deberes. Según los expertos, hay muchos estudios que constatan que las tareas para casa ayudan a consolidar lo aprendido en clase, a ganar en autonomía y responsabilidad —¡los deberes deben hacerlos los hijos, no los padres!— y a planificar el tiempo. En este sentido, quizá se trate únicamente de acortarlos más que suprimirlos. Lo cierto es que hay opiniones para todos los gustos y la ley educativa en vigor no aborda esta cuestión.
Algunos interrogantes
Los escolares de Finlandia y Corea son los estudiantes de la OCDE que menos horas dedican a los deberes. Los de España, Irlanda e Italia los que más. Hablar de los "buenos deberes" es hablar de calidad y cantidad adecuada. Las alumnas lo dicen con claridad:
Hay deberes con los que se aprende mucho y los hay que no sirven para nada (por ejemplo, copiar definiciones del libro texto), esos no los queremos. En algunas materias son muy necesarios, mientras que en otras sobran. ¡Es vital que siempre se corrijan! Fastidia mucho que queden sin corregir. Tener deberes —añaden— ayuda a ponerse a trabajar cuando no se tienen ganas. Las profesoras —insisten las alumnas— deberían tener en cuenta que su asignatura no es la única, es decir, a los deberes de su materia hay que sumar los de otras y eso pide una coordinación entre las profesoras.
En cuanto a la duración de las tareas para casa, según nuestros expertos basta con quince minutos al día en los primeros cursos de primaria, y al terminar la etapa se puede ampliar a media hora. Respecto a secundaria, algunos aseguran que una hora diaria es suficiente; otros consideran adecuado las dos horas. "De todas maneras —advertía un experimentado profesor de secundaria— lo del tiempo que se dedica a las tareas es relativo: algunos alumnos tardan cinco minutos en realizar un ejercicio y otros una hora". No le falta razón.
Mientras que en nuestro país los escolares de secundaria dedican a las tareas para casa un promedio de seis horas y media a la semana, la OCDE recomienda no más de cuatro y asegura que el hecho de que los escolares hagan muchos deberes no mejora el rendimiento escolar, excepto en las matemáticas. "Aquí, —explica el estudio en el que ha participado Achiron— los alumnos que dedican más horas a ejercicios sí obtienen mejores resultados". La media de los países de la OCDE está en las cinco horas a la semana. La escuela finlandesa —considerada una de las mejores del mundo, según las evaluaciones internacionales— se sitúa en el primer puesto de los países cuyos escolares dedican menos tiempo a los deberes, justo por debajo de las tres horas semanales.
La realidad es que el sistema educativo finlandés es muy diferente al español. Todos sabemos que el bajo rendimiento escolar no depende de un único factor, sino de una combinación y acumulación de dificultades y problemas de índole muy diversa. Vale la pena subrayar que ambos sistemas —el español y el finlandés— lo abordan de modo muy diferente. En la escuela finlandesa —asegura un estudioso del sistema— no existe un único factor que pueda aislarse y considerarse como clave de su éxito, sino que se trata de un conjunto de elementos.
Lo que queremos decir es que se hace urgente la tarea de replantearse el cómo abordar la educación —desde la base— en nuestro país. De hecho, expertos convencidos de que "la eficacia de los deberes está lejos de ser demostrada", son contundentes en sus afirmaciones e interrogantes: "Hay que ir a las causas. ¿Por qué las horas de escuela no cunden lo debido? ¿Cuál es el problema? ¿Qué impide interiorizar los aprendizajes en el tiempo previsto en el colegio?".
Beneficiarse de los deberes
Los deberes fuera del horario lectivo —a pesar de los pros y contras de esta práctica— son una realidad común en casi todos los centros escolares hoy en día. Los deberes pueden ser beneficiosos, una oportunidad perdida o realmente negativos. Por descontado, la calidad y cantidad de las tareas para casa no dependen de los padres. Pero lo que en buena parte sí depende de los padres —primeros educadores de sus hijos— es convertir esa práctica, presente en la gran mayoría de los hogares, en una ocasión para reforzar los vínculos paterno-filiales y fomentar en casa hábitos de estudio y responsabilidad.
Los hijos, como todas las personas, no quieren sentirse ignorados y muchísimo menos por sus padres. Las tareas para casa ofrecen a los padres una oportunidad formidable de tomarse en serio la necesidad de los hijos de presencia y apoyo por parte de sus padres. Por supuesto no se trata de hacer los deberes a los hijos ni de adoptar una postura controladora-vigilante-sancionadora, sino de brindar una actitud comunicativa y colaboradora. Ayudar a los hijos a encontrar la respuesta que buscan —en sus propios libros de texto, internet o donde sea— no quiere decir hacerles los deberes. Crear un clima de silencio y trabajo en casa no es solo una manera excelente de fomentar el hábito de estudio y la responsabilidad, sino que además es un modo de mostrarles de un modo práctico que todo —estudio, descanso, deporte, juego, tareas domésticas, etc.— tiene su tiempo.
En definitiva, si la actitud de los padres ante los deberes escolares está presidida por el acompañamiento y apoyo, procurando en casa las condiciones ambientales apropiadas para el trabajo escolar, probablemente esos padres podrán convertir esas tareas en una vía natural de comunicación paterno-filial y de adquisición de hábitos de estudio y responsabilidad, que con toda seguridad redundará en bien a sus hijos.
María Rosa Espot
Profesora de Matemáticas ESO, La Vall
Jaime Nubiola
Profesor de Filosofía, Universidad de Navarra
Por el contrario, la gran mayoría de los profesores son partidarios de las tareas para casa, es decir, defienden que los "buenos deberes" —relacionados con lo que se está trabajando en clase, en cantidad adecuada y adaptados a la edad de los alumnos— son útiles y necesarios para los alumnos, en particular la lectura y el cálculo.
Los deberes están muy arraigados en la cultura escolar y paradójicamente hay padres que exigen al profesor tareas para casa, con el fin de que su hijo adquiera los hábitos de estudio necesarios. Es más, algunos padres vinculan los deberes con recibir una educación de calidad. De hecho, "los deberes deben mantenerse" y "los deberes deben abolirse", son dos mensajes contradictorios que han sido defendidos por diversas federaciones de asociaciones de padres de alumnos de España y otros países de Europa.
"Es difícil decir quién tiene más problemas con las tareas escolares, si los estudiantes o sus padres", advierte Marilyn Achiron —miembro del secretariado de Educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)— después de participar en un estudio sobre los deberes. Según los expertos, hay muchos estudios que constatan que las tareas para casa ayudan a consolidar lo aprendido en clase, a ganar en autonomía y responsabilidad —¡los deberes deben hacerlos los hijos, no los padres!— y a planificar el tiempo. En este sentido, quizá se trate únicamente de acortarlos más que suprimirlos. Lo cierto es que hay opiniones para todos los gustos y la ley educativa en vigor no aborda esta cuestión.
Algunos interrogantes
Los escolares de Finlandia y Corea son los estudiantes de la OCDE que menos horas dedican a los deberes. Los de España, Irlanda e Italia los que más. Hablar de los "buenos deberes" es hablar de calidad y cantidad adecuada. Las alumnas lo dicen con claridad:
Hay deberes con los que se aprende mucho y los hay que no sirven para nada (por ejemplo, copiar definiciones del libro texto), esos no los queremos. En algunas materias son muy necesarios, mientras que en otras sobran. ¡Es vital que siempre se corrijan! Fastidia mucho que queden sin corregir. Tener deberes —añaden— ayuda a ponerse a trabajar cuando no se tienen ganas. Las profesoras —insisten las alumnas— deberían tener en cuenta que su asignatura no es la única, es decir, a los deberes de su materia hay que sumar los de otras y eso pide una coordinación entre las profesoras.
En cuanto a la duración de las tareas para casa, según nuestros expertos basta con quince minutos al día en los primeros cursos de primaria, y al terminar la etapa se puede ampliar a media hora. Respecto a secundaria, algunos aseguran que una hora diaria es suficiente; otros consideran adecuado las dos horas. "De todas maneras —advertía un experimentado profesor de secundaria— lo del tiempo que se dedica a las tareas es relativo: algunos alumnos tardan cinco minutos en realizar un ejercicio y otros una hora". No le falta razón.
Mientras que en nuestro país los escolares de secundaria dedican a las tareas para casa un promedio de seis horas y media a la semana, la OCDE recomienda no más de cuatro y asegura que el hecho de que los escolares hagan muchos deberes no mejora el rendimiento escolar, excepto en las matemáticas. "Aquí, —explica el estudio en el que ha participado Achiron— los alumnos que dedican más horas a ejercicios sí obtienen mejores resultados". La media de los países de la OCDE está en las cinco horas a la semana. La escuela finlandesa —considerada una de las mejores del mundo, según las evaluaciones internacionales— se sitúa en el primer puesto de los países cuyos escolares dedican menos tiempo a los deberes, justo por debajo de las tres horas semanales.
La realidad es que el sistema educativo finlandés es muy diferente al español. Todos sabemos que el bajo rendimiento escolar no depende de un único factor, sino de una combinación y acumulación de dificultades y problemas de índole muy diversa. Vale la pena subrayar que ambos sistemas —el español y el finlandés— lo abordan de modo muy diferente. En la escuela finlandesa —asegura un estudioso del sistema— no existe un único factor que pueda aislarse y considerarse como clave de su éxito, sino que se trata de un conjunto de elementos.
Lo que queremos decir es que se hace urgente la tarea de replantearse el cómo abordar la educación —desde la base— en nuestro país. De hecho, expertos convencidos de que "la eficacia de los deberes está lejos de ser demostrada", son contundentes en sus afirmaciones e interrogantes: "Hay que ir a las causas. ¿Por qué las horas de escuela no cunden lo debido? ¿Cuál es el problema? ¿Qué impide interiorizar los aprendizajes en el tiempo previsto en el colegio?".
Beneficiarse de los deberes
Los deberes fuera del horario lectivo —a pesar de los pros y contras de esta práctica— son una realidad común en casi todos los centros escolares hoy en día. Los deberes pueden ser beneficiosos, una oportunidad perdida o realmente negativos. Por descontado, la calidad y cantidad de las tareas para casa no dependen de los padres. Pero lo que en buena parte sí depende de los padres —primeros educadores de sus hijos— es convertir esa práctica, presente en la gran mayoría de los hogares, en una ocasión para reforzar los vínculos paterno-filiales y fomentar en casa hábitos de estudio y responsabilidad.
Los hijos, como todas las personas, no quieren sentirse ignorados y muchísimo menos por sus padres. Las tareas para casa ofrecen a los padres una oportunidad formidable de tomarse en serio la necesidad de los hijos de presencia y apoyo por parte de sus padres. Por supuesto no se trata de hacer los deberes a los hijos ni de adoptar una postura controladora-vigilante-sancionadora, sino de brindar una actitud comunicativa y colaboradora. Ayudar a los hijos a encontrar la respuesta que buscan —en sus propios libros de texto, internet o donde sea— no quiere decir hacerles los deberes. Crear un clima de silencio y trabajo en casa no es solo una manera excelente de fomentar el hábito de estudio y la responsabilidad, sino que además es un modo de mostrarles de un modo práctico que todo —estudio, descanso, deporte, juego, tareas domésticas, etc.— tiene su tiempo.
En definitiva, si la actitud de los padres ante los deberes escolares está presidida por el acompañamiento y apoyo, procurando en casa las condiciones ambientales apropiadas para el trabajo escolar, probablemente esos padres podrán convertir esas tareas en una vía natural de comunicación paterno-filial y de adquisición de hábitos de estudio y responsabilidad, que con toda seguridad redundará en bien a sus hijos.
María Rosa Espot
Profesora de Matemáticas ESO, La Vall
Jaime Nubiola
Profesor de Filosofía, Universidad de Navarra