El profesor sustituto

Publicado en Vanguardia Educativa, nº 39, Monterrey, México, 2021

María Rosa Espot y Jaime Nubiola
Para muchos profesores la manera de iniciarse en la docencia es haciendo una sustitución, es decir, cubriendo la ausencia o baja temporal de un profesor titular en plantilla del centro escolar. Convertirse en profesor sustituto significa iniciarse en la enseñanza con un contrato temporal tras una más o menos larga espera.

El profesor sustituto suele ser una persona joven, cualificada, sin experiencia docente o con una experiencia breve que lleva la misma carga docente que un profesor experimentado, contratado a tiempo parcial o a tiempo completo. Se trata de un profesor en situación de interinidad. Para algunos el profesor sustituto es el gran desconocido.

No son pocos —padres, alumnos, propios colegas, incluso la dirección del centro— los que piensan que «una semana o unos meses con un profesor sustituto es un período del curso imprevisible». Es más, algunos de ellos perciben esa circunstancia como una contrariedad en la marcha del curso escolar. De hecho, la labor docente del profesor sustituto no es tarea fácil. En este sentido, las relaciones del profesor debutante con la dirección del centro educativo, con los compañeros-colegas y muy en particular con el profesor titular al que sustituye —¡cuando sea posible!—, son decisivas y determinantes para el éxito o fracaso de la sustitución.


El sentir del profesor sustituto

Parafraseando a J.M. Esteve, S. Franco y J. Vera, los sentimientos iniciales del profesor sustituto son contradictorios. Por un lado, siente alegría de tener un trabajo —que quizá ha llegado tras una larga espera—, por otro, siente miedo, responsabilidad y confusión. Se trata de un trabajo transitorio —a veces fugaz— que es difícil desligarlo de la incómoda sensación de provisionalidad y de incertidumbre, que siempre hacen difícil tener unos objetivos a largo plazo y unas expectativas. El profesor sustituto de ordinario tiene que lidiar de manera continuacon situaciones inesperadas sin una preparación específica para su manejo, lo que le supone un sobreesfuerzo enorme realizarlas, sin olvidar las antipáticas comparaciones que siempre están presentes. Los alumnos saben que el profesor recién llegado va a estar con ellos un período más o menos corto y probablemente no les va a calificar. Esas circunstancias suelen repercutir negativamente en el comportamiento y las actitudes de algunos alumnos.

Reproducimos lo que nos dice una joven profesora que ha estado en diversos centros escolares como profesora sustituta:   

Para mí el sentimiento más costoso y constante a lo largo de todo el período de la sustitución, es el de una profunda soledad. Nadie gasta tiempo en ti porque sabe que te vas a ir. Te sientes desubicada. Echas de menos una carpeta en la que conste el organigrama del centro, el e-mail de cada uno, la normativa interna. Aunque se trate solo de un papel y resulte frío, es mejor que nada.

¡Hay que ser polivalente! La variedad de tareas que te piden, de aulas a las que atender y de materias a impartir, es enorme y cambiante. Hacer bien una sustitución pide tener experiencia docente, saber improvisar, tener capacidad de adaptación y ser una persona flexible. Sin embargo, la mayoría de los profesores sustitutos somos recién graduados y lógicamente carecemos todavía de esos atributos. A mi modo de ver, aunque sea paradójico, me parece que se trata de un trabajo más para docentes experimentados —que saben de casi todo y tienen muchos recursosque para profesores noveles.

En esas circunstancias es clave la presencia de un profesor-mentor, esto es, un profesor-guía, experimentado, del mismo centro educativo, para que oriente y acompañe al profesor debutante. Lo que queremos decir es que la atención a los profesores principiantes sustitutos o de plantilla es del todo precisa para una buena docencia. Dominar la materia que imparte el profesor es fundamental, pero no es suficiente. Ser un buen profesor requiere mucho más.


Qué hacer antes y durante la sustitución

Hay sustituciones previstas y que por lo tanto pueden programarse y prepararse con gran antelación, por ejemplo, una baja por maternidad. Aunque no es lo mismo atender una suplencia al inicio del curso académico que cuando el curso ya está en marcha y los alumnos, por así decir, están acostumbrados a la docencia del profesor titular. Las comparaciones surgen casi inevitablemente y a veces gestionarlas es complicado. No dejan de ser un problema añadido.

Lo ideal es que el profesor-suplente pueda informarse sobre la escuela antes de aterrizar en ella como sustituto y así poder prepararse a fondo. Es más, visitar la escuela unos días antes le será de gran ayuda, en particular conocer al equipo directivo, al profesor que sustituye y a otros colegas del centro. ¡El primer día de clase es decisivo! Puede decidir cómo será todo el período o buena parte de la sustitución. El profesor sustituto necesita saber con antelación a qué cursos va a entrar y qué materias va a impartir (contenidos y cronogramas); conocer el lugar de trabajo (aulas, sala de profesores, comedores, laboratorios, etc.); tener en mano su horario personal; conocer el código de vestimenta de la escuela y la normativa interna del colegio.

Sin embargo, muchas sustituciones no están programadas porque son imprevistas, inesperadas, por ejemplo, las que son ocasionadas por una enfermedad o una situación familiar grave repentina y que necesariamente el profesor de aula tiene que atender. Cuando eso sucede el profesor suplente de ordinario es llamado justo el día anterior a su incorporación al colegio o incluso a veces la mañana del mismo día que se le necesita. En ese caso su preparación previa a su nuevo trabajo eventual es francamente difícil por no decir imposible. «¡Lo único que sabe es el nombre del centro y que el profesor titular está de baja!». En un caso así, siempre será una ayuda aunque sea pequeñallegar pronto ese día al nuevo y desconocido colegio. Las prisas nunca ayudan, la calma y el sosiego alivian y aplacan inquietudes y nerviosismos. En ese caso, la acogida dispensada por parte del equipo directivo y la de los profesores-compañeros es clave.

A veces sucede que el profesor titular deja unos objetivos determinados de su asignatura unos ejercicios o problemas, unas prácticas, un proyecto para que el profesor suplente los lleve a cabo durante su baja laboral. En realidad, se trata de un trabajo con el que el titular va a contar a la vuelta de su baja. Por lo tanto, el profesor suplente no debe eludirlo, sino abordarlo. Sin embargo, eso no significa que lo aborde dejando al margen su propio estilo docente, sus propias expectativas y sus reglas que comunicará a sus alumnos.

Otro tipo de sustituciones son las «guardias de clase». Son suplencias en el propio centro escolar que consisten en cubrir la ausencia puntual —una hora de clase, un día determinado— de un profesor-compañero del propio centro. «La hora de guardia» es una actividad contemplada habitualmente en el horario del profesor. De ordinario el profesor de guardia no imparte la clase del profesor que ha faltado, sino que se centra en comunicar a los alumnos el trabajo que el profesor de aula (ausente ese día) ha determinado y comunicado al centro —por escrito o verbalmente— y que los alumnos tienen que realizar. De hecho, las tareas del profesor de guardia son de orientación de esas actividades y de velar por la buena convivencia en el aula. Sus tareas son menos variadas.


Una ocasión para aprender

Ni que decir tiene que una sustitución —de un período más o menos largo, unas semanas o unos meses— en un centro educativo puede convertirse en un período de intenso aprendizaje-práctico para desempeñar el oficio de profesor. Lograrlo en buena parte depende del profesor suplente, de su actitud, de sus ganas de aprender, de su capacidad de atención y observación en relación a todo lo que sucede a su alrededor. De hecho, según avanza la sustitución las cuestiones y situaciones a resolver que le surgen al profesor interino son cada vez más. Algunas las podrá resolver preguntando a sus compañeros (profesores experimentados), otras observándolos.

Vale la pena subrayar que, para ser un buen profesor no basta con tener solo unos conocimientos de la materia que imparte. Se precisan, además, unas actitudes, unas habilidades y unas capacidades. Una sustitución puede ser una magnifica ocasión para descubrirlas y aprenderlas.