Enseñar a decidir

Publicado en Vanguardia Educativa (Monterrey, México), nº 26, 2017

María Rosa Espot y Jaime Nubiola
Ciencias o letras, arquitectura o ingeniería, cambio o no de trabajo, me inicio o no en la droga, me tomo en serio a Dios o vivo sin Él, son —entre otras— alternativas que piden una decisión a los jóvenes. Decidir y elegir no es siempre sencillo. A veces surge el miedo a equivocarse, al cambio o al fracaso; otras veces la información de la que se dispone sobre una cuestión a decidir es tan escasa, o por el contrario es tan abundante y las alternativas son tantas, que realmente llegan a agobiar a quien tiene que elegir, incluso hasta el punto de preferir que sea otro quien decida por uno mismo.

Nuestra tarea como profesores consiste en ayudar a crecer a nuestros alumnos, es decir, ayudarles a adquirir los conocimientos, los hábitos y las actitudes, que les ayuden a dirigir su propia vida, por lo tanto a saber tomar decisiones —buenas decisiones— y a saber llevarlas a cabo con toda su cabeza y todo su corazón. Todos sabemos que cada persona termina siendo de un modo u otro en función de las decisiones que ha tomado —o ha eludido tomar— en su vida. Por lo tanto, enseñar a nuestros alumnos a decidir es clave en su proceso de crecimiento personal. Tomar decisiones va muy unido a tener metas, a querer llevar las riendas de la propia vida, esto es, a vivir de estreno la propia vida.

Enseñar a decidir conlleva en primer lugar persuadir al alumno de que el proyecto más importante que tiene —o debería tener— entre sus manos, es su propia vida. ¿Qué quieres realmente de tu vida?, ¿has pensado qué tipo de persona quieres ser a los 30 años o a los 40?, ¿lo has planificado?, son preguntas con las que el profesor invita al alumno a pensar sobre algo muy importante y que los profesores sabemos bien: la vida es un proyecto que —lejos de improvisarse— exige compromisos, planes, plazos, decisiones y renuncias. Enseñar a decidir es enseñar a pensar por cuenta propia; sin renunciar a asumir el protagonismo de la propia vida transfiriendo a los demás las decisiones sobre las propias pautas de comportamiento.

Ni que decir tiene que las dificultades y los miedos —¡y también los fracasos!— aparecerán, por lo tanto habrá que enseñarles a hacer frente a todas esas adversidades para vencerlas y así poder decidir bien. En este sentido, el filósofo John J. McDermott ha escrito: "el fracaso, asumido en profundidad, a menudo enriquece; mientras que el éxito alcanzado mecánicamente a través de las vías abiertas por otros a menudo embota la sensibilidad".

Tomar una buena decisión requiere tiempo; tener unos objetivos claros, conocer los propios intereses, gustos y aptitudes (reflexión); estar dispuesto a escuchar a los demás (pedir consejo); y finalmente, ser capaz de elegir con el corazón.

Convencidos de que tomar decisiones ayuda a pensar la propia vida y a construir el tipo de persona que cada uno en particular aspira a ser y el tipo de vida que quiere vivir, cuestiones que no son triviales, los autores escribimos este artículo inspirado en el libro que recientemente hemos publicado en España titulado Cómo tomar decisiones importantes. (Dirigido a jóvenes de 15 a 22 años), Eunsa, Pamplona, 2016.


Algunas dificultades para decidir bien

A la hora de tomar una decisión elegir una alternativa entre todas las que se nos presentan puede convertirse en una tarea realmente difícil. De hecho, esto es lo que sucede a muchos jóvenes cuando tienen que elegir qué carrera, máster o curso de especialización hacer, en qué universidad y en qué momento de su vida. Las causas de que esto suceda son diversas, pero es frecuente que la renuncia que implica toda decisión y la indecisión sean dos de los motivos más habituales.

Toda decisión conlleva una elección y a su vez una renuncia. Por así decir, decidir es renunciar. Por ejemplo, elijo poner atención en clase, por lo tanto renuncio a desconectar y perder el tiempo en el aula. Podríamos decir que quien dice "sí" a algo, a la vez también dice "no" a otras cosas. Se trata de hacer ver a los alumnos que el quid está en descubrir el valor de lo que se elige y el valor de lo que se rechaza. A veces, se tratará además de saber mirar a largo plazo.

Tomar decisiones de manera acertada incluye también tomarlas cuando corresponde, esto es, sin precipitaciones, pero en su momento. Sin esperar a encontrar seguridades absolutas que en casi nada existen y el indeciso busca a toda costa. Obviar esta gran realidad impide actuar y avanzar. Hay que convencerse de que tomar decisiones en condiciones "ideales" o "perfectas", con todas las variables bajo control y sin presión alguna, es una utopía.


Elegir con libertad

Enseñar a decidir es enseñar a elegir con libertad. "No quiero nada para toda la vida", aseguraba con fuerza una joven estudiante universitaria ante una decisión importante. En el interior de muchos jóvenes late tanto la aspiración a un ideal grande como el miedo al compromiso y a lo duradero. Al contrario de lo que muchos de ellos piensan, compromiso y libertad no son antagónicos ni incompatibles. De hecho, comprometerse es hacer uso de la propia libertad, es tomar una decisión que se adopta desde la propia voluntad. Como escribió Saint-Exupéry, "la valía de una persona puede medirse por el número y la calidad de sus vínculos", esto es, de sus compromisos libremente adquiridos.

Para elegir con libertad es preciso dejar de lado los qué dirán. El grupo de amigos tiene una importancia absolutamente central en la vida de los jóvenes. De hecho, el miedo al rechazo del grupo es tan grande, que agradar a los amigos a la hora de tomar decisiones muchas veces es prioritario a agradarse a uno mismo.

Elegir con libertad es también saber vencer el miedo al fracaso, a equivocarse y al cambio. En general todos tenemos miedo a las mismas cosas. Lo que ya no es tan común es la manera de gestionar los miedos que sentimos y ganar la partida. En este punto el profesor tiene mucho que aportar a sus alumnos, pues la actitud que se adopta ante el miedo es clave para poder tomar bien una decisión.

Según Stephan Lau y su equipo investigador, al tener que elegir entre distintas alternativas "las personas nos sentimos libres cuando nos resulta fácil tomar una decisión y cuando sus consecuencias nos resultan beneficiosas". En cambio, "las decisiones complejas y con opciones igual de atractivas refuerzan la sensación de falta de libertad". Lo que queremos decir es que ser libre no siempre va unido a sentirse libre al tomar una decisión. Hay estudios asimismo que señalan "que disponer de demasiadas o, por el contrario, de pocas opciones nos produce sensación de insatisfacción".


A modo de conclusión

La habilidad para tomar decisiones se adquiere y, con el paso del tiempo puede mejorarse. En este sentido, el papel del profesor es fundamental. Se trata de acompañar y apoyar a los alumnos en el proyecto más importante de su vida. Sin imponer ni decidir por ellos.

A muchos jóvenes la vida les viene hecha por sus padres, por sus maestros, por "lo que hacen todos" o incluso por los medios de comunicación, que les dictan cómo han de vestir, cómo han de vivir y cómo han de comportarse en todos los órdenes. Sin embargo, los profesores sabemos que el objetivo prioritario de la educación es que los estudiantes lleguen a tener pensamientos propios, y eso pasa por dejarles tomar con libertad sus decisiones. Dicho con otras palabras, pasa por saber retirarse con delicadeza y dejarles decidir después de haberles ofrecido las consideraciones y los consejos oportunos.

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María Rosa Espot (Barcelona) es licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Barcelona y doctora en Humanidades por la Universitat Internacional de Catalunya. Desde 1978 es profesora en el Colegio La Vall en Bellaterra, Barcelona, España. Es autora de los libros La autoridad del profesor. Qué es la autoridad y cómo se adquiere (2006); en colaboración con J. Nubiola, Aprender a divertirse (2011) y Cómo tomar decisiones importantes (2016). Contacto: mrespot@la-vall.org

Jaime Nubiola (Barcelona, 1953) es profesor de Filosofía en la Universidad de Navarra, España. Entre sus libros se cuentan El taller de la filosofía, Pensar en libertad, Invitación a pensar y en colaboración con F. Zalamea, Peirce y el mundo hispánico. Es director del Grupo de Estudios Peirceanos. Contacto: jnubiola@unav.es