La educación postpandemia

Publicado en Vanguardia Educativa, nº 41, Monterrey, México, 2021

María Rosa Espot y Jaime Nubiola
Muchos hablan sobre cómo va a afectarnos a distintos niveles —personal, familiar, laboral, económico, psicológico, sanitario, medioambiental, científico, etc.— los confinamientos vividos en tantos países del mundo por la pandemia del coronavirus. En este texto queremos centrar nuestra atención en la educación postpandemia. Se habla de redefinir la educación, en particular del e-learning, esto es, el «electronic learning o aprendizaje electrónico». Un espacio virtual de aprendizaje. Una enseñanza telemática. Por lo tanto, una educación a distancia que inevitablemente cambia el modo de relacionarse el profesor y el alumno, y los alumnos entre sí.

Ciertamente las aulas virtuales anulan las distancias geográficas y permiten una enseñanza constante sin interrupciones, excepto las técnicas con una interacción virtual entre profesores y alumnos, y entre profesores y padres de los alumnos. Para algunos la educación virtual está ya «legitimada como instrumento de valor inestimable». Sin embargo, para otros la enseñanza exclusivamente por vía digital tiene resultados desiguales, debido a causas diversas, por ejemplo, la brecha digital y la socioeconómica, la repercusión negativa en la conciliación familiar del profesorado; incluso ha habido quejas de madres y padres deseosos de la normalidad escolar a los que les resulta complicado teletrabajar en sus hogares con sus hijos en casa a los que también hay que atender. Combinar teletrabajo y niños en casa no es fácil. En esos casos, las viviendas familiares son a la vez aulas escolares, oficinas, despachos y hogares. Un reto no pequeño.

En España la vuelta a los centros educativos ha sido muy esperada no solo por una mayoría de padres y profesores, sino también y muy especialmente por los estudiantes. Por de pronto en el retorno a las aulas con clases presenciales se ha tenido que prestar atención a las ratios, los horarios escalonados, el calendario y un conjunto de nuevas exigencias organizativas en los centros educativos (reorganización de espacios, medidas de higiene, ventilación y desinfecciones), entre otras cuestiones importantes, al menos mientras permanezca la "nueva normalidad". Todo ello pide un esfuerzo añadido por parte de todos, además de la mejora de la digitalización en la comunidad escolar.

 La educación telemática

La enseñanza telemática llega después del éxito repentino y de gran popularidad que tuvieron las llamadas Nuevas Tecnologías, las TIC. Hace ya unos años que algunas escuelas sustituyeron los libros por ipads. Por supuesto esa sustitución tuvo y tiene sus defensores y sus detractores. Ciertamente cada vez hay más artilugios tecnológicos en las aulas escolares (pizarras digitales, móviles, ipads, ordenadores, pantallas diversas, incluso robots y drones). Sin embargo, estamos convencidos —como muchos otros docentes— de que la tecnología nunca podrá sustituir a un buen profesor ni a un buen libro de la asignatura. En cambio, sí puede ser un apoyo más.La llamada «educación a distancia» no es algo nuevo. El aspecto más novedoso de la telemática es la interactividad, pues la bidireccionalidad de la red es una valiosa ventaja para este modo de enseñar. Además de la flexibilidad de localidad y de tiempo, las posibilidades que ofrece el e-learning son numerosas, por ejemplo, las clases virtuales, el correo electrónico, la disponibilidad de vídeos, chats y foros, la información actualizada del calendario académico, teleconferencias, mensajería electrónica, etc. Por otro lado, esta modalidad de enseñanza potencia en los alumnos la autonomía y el autoaprendizaje y favorece el trabajo en equipo con personas distanciadas físicamente. Sin lugar a dudas la formación que el profesorado requiere para desempeñar su rol en esta nueva enseñanza ha de ser distinta a la tradicional.

Sin embargo, lo que no puede dar la educación telemática, obviamente, es proximidad física entre el profesor y el alumno. Algo que a nosotros nos parece esencial cuando se trata de una relación tan humana como es la educativa o formativa de seres humanos. Un buen profesor no solo educa en el aula —presencial o virtual— explicando su materia, sino que su tarea educativa va mucho más allá, pues educa, además, fuera del aula, en múltiples lugares de la escuela: pasillos, despachos, secretaría de la escuela, patios, aparcamiento, comedor, biblioteca, laboratorio, incluso a veces en el trayecto a la escuela. Un buen profesor educa con su competencia profesional, su empatía, su amabilidad y afectuosidad y muy en particular con su ejemplo de todos los días manifiesto a sus alumnos. Para todo ello las pantallas resultan muy insuficientes.

Por otro lado, la educación telemática tampoco puede dar proximidad física entre iguales en las aulas. La proximidad física y el contacto presencial entre iguales, tanto en niños como en adolescentes y jóvenes es esencial para su desarrollo personal, social y madurativo. Los amigos y compañeros de clase proporcionan compañía, diversión, apoyo y seguridad. El ser humano es social. La amistad virtual priva del poder afectivo-terapéutico de un abrazo, de la compañía física, del lenguaje gestual y mímico del otro. En definitiva, la amistad virtual es muy diferente de la amistad presencial.

La telemática junto con la capacidad educativa de internet ciertamente son un gran desafío para las escuelas. Pero también es cierto que tienen sus limitaciones. Por ejemplo, los colapsos en las infraestructuras telemáticas por problemas técnicos (wifi, bloqueos de los artilugios tecnológicos y de las conexiones, etc.) que interrumpen o incluso a veces impiden clases, conferencias, conversaciones. Por otra parte, no puede obviarse que la enseñanza telemática dificulta el aprendizaje a los alumnos que viven en un entorno desfavorecido económica y socialmente, es decir, en familias con pocos recursos económicos o con poco interés por la educación. En este sentido, se podría decir que en esas circunstancias la enseñanza telemática ensancha todavía más la brecha socioeconómica.

 Las pantallas: un apoyo más

El uso de la telemática en educación pide una reflexión a los educadores, padres y profesores. ¿Esta tecnología permite realmente crear entornos educativos eficaces? Las palabras —que leímos en la prensa española— de Isabel Celaá, la ministra de educación de nuestro país, tras el cierre de los colegios por la emergencia sanitaria, hacen pensar: "la enseñanza online «no funciona» para educar. El cierre de colegios fue una respuesta inmediata a una emergencia sanitaria, pero que ni educa ni sustituye los aprendizajes presenciales y la socialización de los menores y que ha generado brechas educativas graves".

Salman Khan —el fundador de la Academia Khan, «la plataforma de enseñanza más utilizada de internet», gratuita y con millones de alumnos a la pregunta de si la Academia Khan podría sustituir a las universidades o a las escuelas, responde de manera clara. Transcribimos sus palabras: «"Sí y no". En cuanto al aprendizaje más básico y principal (matemáticas, ciencia o humanidades), se pueden aprender muchos principios básicos a través de plataformas como la mía o como los grandes cursos abiertos online (MOOC’S) [Massive Online Open Courses o cursos online masivos y abiertos]. Pero las universidades aún tienen un gran valor. Tanto para mis hijos como para los de los demás, querría una combinación de ambas cosas, del uso de las herramientas online para aprender los principios básicos, y de un entorno físico, ya sea la escuela o la universidad, donde puedan gozar de una comunidad, establecer amistades y lazos y trabajar en proyectos comunes y dialogar».

Por otro lado, como es bien conocido, conscientes del poder transformador de las tecnologías, muchos de los tecnólogos de Silicon Valley no quieren que sus hijos utilicen los dispositivos que ellos mismos fabrican. De hecho, han decidido alejar a sus hijos de la tecnología y muchos de estos niños y jóvenes son alumnos de la Waldorf School of the Peninsula, una escuela en la que no se utilizan ni móviles ni tabletas ni ordenadores. Transcribimos las palabras de Pierre Laurent, director de esta escuela: «No es que digamos no a la tecnología porque no nos guste o creamos que es mala, sino porque en una edad concreta a los niños la tecnología no les sirve para nada. Es una edad en la que los niños han de hacer actividades muy físicas y han de trabajar con todos los sentidos. Los biólogos dicen que en el cuerpo tenemos dieciséis sentidos diferentes y, para aprender, es necesario utilizarlos todos. Así es como los niños descubren el mundo. Si trabajas con una tableta, limitas los estímulos. Es un espacio muy reducido, solo utilizas los dedos y no haces casi nada más. O sea que es para que los niños se impliquen en el aprendizaje».

Algunos expertos abogan por un «modelo híbrido o semipresencial». Según Lourdes Guàrdia y Albert Sangrà, profesores de la Universitat Oberta de Catalunya, una universidad online, este modelo híbrido —escribe Carolina Ferreiro— parece encajar mucho mejor en las etapas de Educación Secundaria y Superior que en etapas más tempranas, como Primaria o Infantil.

¿Aprendizaje presencial o virtual?, ¿limitarse a lo uno o a lo otro? Ambos estilos de aprendizaje brindan sus ventajas y a la vez tienen sus limitaciones propias. Sin embargo, la enseñanza telemática nos parece un magnífico complemento a la enseñanza tradicional presencial. Como ya se ha dicho, «un complemento para la escuela presencial y una solución para el que no tiene escuela». En este sentido, estamos convencidos de que la tecnología puede ayudar al profesor a hacer mejor su clase, pero nunca podrá sustituir a un buen profesor.